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domingo, 8 de febrero de 2015

Abstracción.

-Te abstraes a menudo y te encierras en tu mundo de fantasía –me reprochó, como si fuera algo malo.
-Sí, claro –repliqué, con una sonrisa llena de la obviedad que él no era capaz de ver- Es que es un lugar maravilloso. Ojalá pudierais verlo.
-¿Querrías que viésemos tu mundo? –su pregunta estuvo a punto de ofenderme. A punto. En cambio, sólo puse los ojos en blanco antes de responderle.
-No, mi mundo es mío. Yo quiero que veáis los vuestros, que entendáis que ahí dentro todo es posible –señalé su cabeza, pero él no pareció entender a qué me refería, así que señalé la mía propia- Aquí dentro soy un águila, y un dragón. Soy Hércules, y la mujer más hermosa del mundo. Un esqueleto sin sonrisa, una pluma que cae en el vacío y sigue cayendo eternamente. También soy el viento y las nubes. Me he acostado con Brad Pitt, y Leo Jiménez me ha susurrado una balada al oído. Tengo la voz más bonita del mundo, y puedo cantar sin que se desate una ciclogénesis explosiva. Soy yo. Soy todo. Soy nada. Nado, vuelo, repto, corro y hago la croqueta. Aquí, no tengo límites. Aquí, mi único límite soy yo.
»Dejo que un carro tirado por doce unicornios liderados por una tortuga me lleven allí cuando me agobio, o cuando la realidad me resulta triste y aburrida. A veces me llevan sin mi permiso cuando estoy distraída, y entonces parpadeo y ya no estoy en el metro, sino volando sobre un mar escondido en mitad del desierto; la biblioteca desaparece a mi alrededor cuando de entre los libros posados sobre los estantes comienzan a brotar flores con olor a invierno, o cuando el fauno del museo cobra vida y me invita a una bacanal dentro de un anillo de setas.
En serio, no sabéis lo que os estáis perdiendo con esa tontería de vivir siempre fuera de vosotros mismos.