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jueves, 30 de abril de 2015

Felicidad, lo llaman.

Ya tiene que hacerme hasta gracia lo mucho que has descolocado mi mundo.
Me he enredado en tu sonrisa y me ha enamorado tu pelo… ¿o es al revés? Sí, es al revés.
No sé qué me has hecho, pero ahora canto por las esquinas, las rotondas y los puentes, y dejo que mi mirada vague y se detenga en cada flor del camino cuyo tallo me recuerde al verde de tus ojos. Me tumbo de lado en la cama, dejando un hueco a mi espalda para que me abraces cuando salgas de mis sueños y me recorras la piel con la punta de los dedos.
Miro al cielo y reconozco la suavidad de tu voz en cada nube y cuento las estrellas de tus lunares, pensando en las ganas que tengo de cambiar los besos del Sol por los tuyos, y las caricias del aire por las de tus manos inquietas.
Y es que me has descolocado del todo. Te has colado en mi vida como si nada, has tocado los botones correctos y ahora aquí me tienes, sin saber si soy tigresa, gata, koala o un charco cada vez que me besas.