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jueves, 5 de septiembre de 2019

"Riqueza."

Tengo pocas cosas con valor meramente económico.
Lo mío es coleccionar recuerdos.
Tengo la firme creencia de que estos no se devalúan, aunque la persona o personas que ayudaron a crearlos ya no estén, de un modo u otro.
Pero esa felicidad, aun teñida del suave polvo gris del paso del tiempo, o la añoranza, ahí persiste.
Aún nos hacen sonreír.
Aunque después puedas pensar que todo lo demás salió mal.
Ahí queda ese recuerdo, esa suave dicha o esa feroz alegría, cuyo eco resuena en los huesos, en la memoria, en el alma.
Por eso muchas veces me detengo a acariciar con suavidad una de mis bolas de nieve, inundándome con las imágenes que me evoca el pensamiento de su adquisición.
Por eso huelo los libros antiguos, esperando que las palabras no escritas de su historia me cuenten lo que el autor no quiso escribir.
Por eso prefiero pegar una taza rota antes que tirarla, aunque sólo sea porque aún puedo oler ese café que me hicieron y no me tomé.
Por eso veo una película o escucho un disco en bucle... Sintiendo renacer todas las sensaciones de la primera vez, y me maravillo descubriendo detalles que me habían pasado desapercibidos en las cien ocasiones anteriores.
Por eso, prácticamente nada de lo que tengo posee un auténtico valor económico.
Pero en recuerdos, créeme, soy millonaria.