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domingo, 28 de septiembre de 2014

Dibujos en la nieve.

«La sangre sobre la nieve es más roja», pensó, distraídamente, mientras observaba la imagen que tenía a sus pies. No era la primera, ni la segunda vez que la veía. Pero, definitivamente, aquello no estaba dando resultado. Era la cuarta persona a la que mataba, y seguía sin sentir absolutamente nada. 
Cuando todo empezó, pensó que, acabando con los culpables, quizá sentiría cierta liberación, que tal vez eso la ayudaría a superar lo ocurrido hacía ya dos años. 
Suspiró profundamente mientras observaba cómo la sangre de aquel hombre, aquel horrible hombre que le había jodido la vida, se derramaba sobre la nieve que, a esas horas de la noche, parecía tener luz propia. El líquido rojo brillaba, formando dibujos sobre su lienzo improvisado, y ella se dio cuenta de que no eran simples manchas casuales. Otra vez las siluetas de dos personas tendidas se perfilaban con la sangre de un asesino. Cerró los ojos con fuerza y pisoteó la nieve teñida, tratando de hacer desaparecer la imagen de sus retinas, pero los recuerdos no estaban dispuestos a marcharse así como así. Y ella lo sabía; de hecho, estaba convencida de que la acompañarían toda su vida.
Pero aquello no había terminado aún. Todavía quedaba sangre por derramar. Todavía quedaba uno.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

"No voy a hablar de amor."

No voy a hablar de amor,
Ni de tus ojos oscuros,
Tus manos hábiles,
O tu maravillosa voz.

Porque, aunque me hueles a vida,
A canciones susurradas
Al oído al despertar,
A hierba recién cortada
En una mañana de primavera,
Al mar y la arena en verano,
Al lento baile de las hojas
En su caída otoñal,
A la escarcha que cruje
Bajo mis pies en invierno,

Aunque me sabes a sal,
A chocolate y naranja,
A fresas con nata,
A manzana y canela,

Aunque tu voz me transporte
Lejos, muy lejos,
Me lleve de viaje
Y no me cobre por ello,
Me duerma y me despierte,
Me arranque risas y sollozos,
Me vista y me desnude,
Me mate y me resucite,

Aun a pesar de que yo
Ya no sepa vivir sin ti,
No voy a hablar de amor.
Y, como dice Extremoduro,
«Que empiece en "sí" y no en "no".»

martes, 23 de septiembre de 2014

Seguir viviendo.

-¿Y qué vas a hacer, entonces?

-Seguir respirando... Seguir viviendo... Seguir como hasta ahora, mirando hacia otro lado cuando no quiero ver su recuerdo... Seguir buscándome en los ojos de otro... de otros... de todos.

lunes, 22 de septiembre de 2014

«¿Preparada?»

-¿Preparada para el concierto? –preguntó él, con una sonrisa nerviosa. Le costaba un poco hablar delante de aquella chica.

-En absoluto –contestó ella, sonriendo, a la vez que negaba con la cabeza-. No estoy preparada, ni quiero estarlo.
»Quiero que me sorprendas, que me erices la piel y hagas que se me salten las lágrimas; que, al oírte, todo lo que piense sea en bailar, gritar, cantar y vivir. Quiero estremecerme con cada palabra, y vibrar a la vez que la guitarra hasta caer rendida al suelo, feliz. Quiero que me hagas sentir viva.

-Eso es mucha responsabilidad –respondió él, inseguro.

-Es lo que todo el mundo debería esperar de la música –ella seguía sonriendo. Confiaba plenamente en las aptitudes del chico.

-¿Y si no lo consigo? –preguntó él. Ella le miró largamente a los ojos, con los labios aún curvados en aquel adorable gesto suyo.

-Vas a conseguirlo, siempre que no tengas miedo de intentarlo –contestó, al cabo de un par de segundos-. Eres capaz de hacer todo lo que te propongas, pero tienes que proponértelo primero.

Segundos que duran horas.

«¿Cuántas horas caben en un segundo?» 

Ese fue el único y estúpido pensamiento que cruzó mi mente cuando sus ojos se clavaron en los míos. Podría haber sido cualquier ñoñería que aludiera a las mariposas que comenzaron a revolotear, histéricas, no sólo en mi estómago, sino por todo mi cuerpo. O podría haber sido una alusión al brillo que iluminaba aquellos irises oscuros. O, incluso, a la ferocidad de esa mirada casi animal, que me atraía y me incitaba a caer, como si fuera la gravedad al pie de un precipicio... Y yo estaba tan dispuesta a saltar...

Podría haber sido un pensamiento relativo a cualquiera de esas cosas, por separado. Pero no. Las englobó a todas sin siquiera darme cuenta. Las englobó de una manera extraña, y me trasladó a las noches de insomnio en las que fantaseaba con el momento en que nos encontraríamos... Y él me vería al fin... Pero ni el más dulce y realista de mis sueños me había preparado para ese instante.

La luz de los focos le arrancó un destello a aquellos ojos oscuros y profundos, que en milésimas de segundo hicieron aparecer cientos de miles de agitadas mariposas por todo mi cuerpo, y que me incitaban a perderme en ellos, a navegar en ellos, a vivir y morir y soñar en ellos... Me sentí devorada por dentro y por fuera, fuerte y débil a un tiempo, y tan poderosa por que aquellas dos hermosas esferas fueran para mí durante un segundo... Ese segundo que me hizo perder el sentido de la realidad, que estiró el tiempo una y otra vez, resistiéndose a terminar... Supe que podría pasarme la vida entera allí, de pie, sólo mirándole a los ojos... Fue sólo un segundo, pero duró horas.